sábado, 9 de abril de 2011

Luciano Labajos: maestro jardinero, educador ambiental y ecologista

Hace una espléndida mañana de primavera en el Parque del Buen Retiro de Madrid. Entre las personas que hacen footing y las que toman el sol matinal sobre la hierba, destaca un grupo un tanto peculiar que apenas levanta la vista del cielo, o para ser más exactos, de las copas de los árboles. En el centro del grupo, un hombre de mediana edad y barba blanca al que todos escuchan con atención explica cómo diferenciar un pino carrasco de uno piñonero. El hombre es Luciano Labajos, una de las personas que mejor conocen los jardines de Madrid, y hoy está impartiendo un curso del Ayuntamiento sobre Jardinería Tradicional y Sostenible. Me reúno con él al finalizar el recorrido, en el recinto de estufas del Retiro, para hablar de su pasión por los árboles, arbustos y flores de esta ciudad.  



“Al principio me dedicaba a la educación ambiental, era monitor en campamentos e impartía cursos y cursillos”, cuenta Luciano. “Pero luego vi que sólo con eso no podía vivir, tenía dos hijos y con eso era complicado vivir. Tenía que buscar algo que me gustara dentro de las opciones que había, algo que me interesara, y entonces surgió lo de la jardinería.” Era el año 1985, y pasaron cinco años hasta que entró a trabajar en el vivero municipal de la Casa de Campo. Allí se cultivan gran parte de los árboles y flores que dan vida a los parques y a las calles de Madrid; un lugar fascinante para un amante de la botánica como él. Más de veinte años después, es oficial jardinero de ese vivero, y explica que “sigo haciendo lo mismo que un jardinero normal: riego, podo, trasplanto…” A pesar de que muchas personas le reconocen como ‘un maestro’ entre los jardineros de Madrid, él insiste en quitarse importancia. “No tengo ningún mérito”, dice con sencillez. Lo que si considera importante, es lo que implica su trabajo: “Una ciudad sin zonas verdes no podría existir.”

Desde el principio tuvo claro que jardinería y protección del Medio Ambiente debían ir de la mano, una visión que heredó de su trabajo como educador ambiental. “La jardinería es un campo muy amplio que no se había tocado mucho desde este punto de vista, ni del ambiental ni del de la educación”, explica Luciano. Tras vacilar un instante, matiza sus palabras: “Bueno, sí que se habían hecho cosas, pero me da la sensación de que nunca se había profundizado demasiado. Nosotros con estos cursos, y en Ecologistas en Acción con la divulgación y los libros, creo que sí que hemos profundizado un poco.” ¿Entonces, te consideras un ‘pionero’? “Yo no me atrevo a decir eso”, y enfatiza la última palabra, negando con firmeza la insinuación. Luciano es un hombre tranquilo, de hablar pausado, y este es el único momento de la entrevista en el que se altera ligeramente. “Siempre hay gente que trabaja y que no se conoce. Ir por ahí de pionero, ¿qué sentido tiene?”, se pregunta. “Mi experiencia es que las personas que van de soberbias, de pioneros, siempre meten la pata”, afirma con rotundidad.

Hay algo en lo que no puede negar que fuese pionero, en parte al menos. En 1998 participó en la creación de Ecologistas en Acción, en calidad de socio fundador. Sorprendentemente, su temática no interesaba mucho al principio. “Lo que se decía en el mundillo ecologista era… ‘¿La jardinería? ¡Bah, eso es una cosa sin importancia!’ Luego un día descubrimos que el mayor porcentaje de llamadas que nos llegaban eran de ciudadanos que se preocupaban por el jardín de su puerta, por el parque del barrio, porque las preocupaciones ambientales de la gente normal son las cosas que ven en el día a día. Y empezamos a trabajar ese tema,” explica. Con Ecologistas en Acción ha publicado la mayoría de sus libros. El más exitoso de todos es el ‘Manual de Jardinería Ecológica’, que ya va por la tercera edición, y que es una recopilación de muchos artículos publicados en Quercus, la mayoría escritos por él. Durante años, también ha compartido su sabiduría desde las ondas, siendo colaborador habitual de un programa de Medio Ambiente en Radio Nacional: Reserva Natural.

En su faceta más ecologista y reivindicativa, se ha destacado como defensor de un modelo tradicional de jardinería y de los jardines históricos de Madrid. “Nuestros abuelos hacían una jardinería ecológica porque no había otra, no tenían elección. Ahora, hacemos cosas muy parecidas a lo tradicional, pero por conciencia ambiental, no por necesidad. Nos hemos dado cuenta de que, como pasa en muchos oficios, el modo tradicional de hacer las cosas es el más sostenible”, defiende Luciano.

Cuando le pregunto por el estado de los jardines históricos, su ánimo cambia. Luciano se lamenta de que “están fatal, podrían mejorar mucho.” “Hay algunos que se conservan muy bien, como El Capricho, pero en general están sometidos a un uso excesivo, y además no hay jardineros ni medios suficientes”, explica. Para Luciano, es imposible trabajar en la recuperación de estos jardines cuando “ni siquiera sabemos cuántos hay en la Comunidad de Madrid, porque no existe un inventario”. Además, Luciano recuerda que las competencias están dispersas, ya que unos son del Ayuntamiento, otros de la Comunidad de Madrid, del CSIC, privados… “Hace falta un Plan Director para los jardines históricos, y después Planes Especiales para cada jardín”, defiende.  

La labor del Ayuntamiento de Madrid en este tema “es claramente insuficiente”, opina Luciano. “Qué menos que tener un equipo de personas dedicado a los importantísimos jardines históricos de Madrid, ¿no? Pero el dinero se lo gastan en otras cosas.” Tampoco ayuda la falta de interés de la gente por estos jardines. Luciano habla con envidia del Reino Unido. “Allí es muy común que cada jardín histórico tenga una Fundación, un grupo de ciudadanos que está pendiente de su gestión y que hace una presión.” Para él, “si un grupo de ciudadanos se preocupan, las cosas funcionan mucho mejor”. Pide que la gente se implique, pero lo hace con un cierto pesimismo, como si ya estuviese cansado de no recibir respuestas. Aún así, admite que hay gente comprometida. “Más de la que parece, pero falta organización”, y de cualquier modo, siguen siendo una minoría. “Se ha instaurado una sensación general de pasotismo. Como decía Iñaki Gabilondo, la sociedad está narcotizada”, opina Luciano.

A sus constantes preguntas, indagaciones y reivindicaciones ya se han acostumbrado sus superiores. “Siguen pensando que somos unos meticones, que nos metemos donde no nos llaman. Ese es su coto de gestión, o de no gestión, mejor dicho, y nosotros no debemos entrar ahí”, explica Luciano. Se parte de risa cuando le pregunto por qué cree que después de tantos años siguen sin hacerle caso. “¿Tú qué crees?”, responde. “Somos la típica mosca cojonera”, comenta divertido. Aclara, eso sí, que “son educados, nunca me han faltado al respeto. Me consienten.” Sus múltiples ocupaciones tampoco son algo común entre sus compañeros. “¿Tú crees que un jardinero normal iba a dedicar unos días de su trabajo a venirse aquí a hacer un curso de jardinería?”, me interroga. “Algunos me ven como un excéntrico, otros pueden pensar que chupo del bote”, dice.

Desde luego, no se puede negar que Luciano Labajos está en todos los frentes. ¿Se considera más jardinero, educador ambiental o ecologista? “Depende del momento del día, voy cambiando. Yo creo mucho en la diversidad, no solo en el Medio Ambiente, también dentro de las personas”, explica. “Lo bueno es ser capaz de satisfacer los distintos intereses que tenemos todas las personas”, defiende Luciano. “Mi suerte es que tengo un trabajo relativamente cómodo, con un buen horario, que me permite tener tiempo libre para hacer otras cosas. Dedico ese tiempo por placer, por el gusto de hacer cosas”, concluye. Puedo comprobar que lo dice en serio. Se despide de mí rápidamente porque llega tarde a una cita con un compañero. Están preparando una exposición permanente sobre la historia de la jardinería en Madrid, con herramientas antiguas y testimonios de jardineros veteranos, para acercar un poco más a la gente este antiguo y delicado oficio. Otra cosa más para hacer, y como siempre, por puro placer.

6 comentarios:

  1. Querido Luciano, el camino emprendido nunca descubre el final deseado,..pues en este articulo que has escrito, faltaria señalar que tus intereses iban mas alla de lo que has conseguido en tu vida laboral, pues era que te escucharan. Pocos te leen y pocos te escuchan,..
    Que lastima que tu camino se haya estancado entre arboles tristes y plantas olvidadas, quizas ese es el destino de tus ideologias, cuanto mas prehistoricas,..algunos han visto en ti al sindicalista que mueve montañas, pero otros te hemos calado de corto a los dos dias de conocerte y sentir que tus intereses son los de muchos, es decir, el poder mediatico y sacar algun euro mas,..esta es la bella critica de una persona que te conocio y que por suerte no volvera jamas a estar contigo, en el escenario laboral,...porque el que cultiva odio recibe amargura compañero!

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    1. Una manera un tanto cobarde de decirle lo que piensas. Si has trabajado con él has podido decírselo a la cara cada día, y no lo has hecho, dado que yo también he trabajado con él y no te he escuchado.
      Si redirigieses tu energía, en este caso de rencor y sobre todo envidia, hacia caminos más positivos, tal vez con el tiempo tú también tendrías a alguien que escribiese cosas tan bonitas como las que le han escrito en este blog.
      Salud compañero.

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    2. Aunque en el fondo tienes razón.

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    3. Se fue por la puerta de atrás. (Y nada más salir la cerramos no fuese que le diese por volver)

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    4. Oh Luciano,..casi lloro al leer tu entrevista tan profunda, en donde faltó que comentaras tus andanzas entre bastidores de aquellos dias de luces y platillos que te hicieron sacar las botas del barro al escenario del amor y la bondad de hoy dia. Aquel hombre de manos asperas pescador sin red y jardinero de palabras, que bien arrivastes a puertos donde te pagaban con gratitud y buenos dias. felicidades por tu conquista aunque sea entrecortada en tus vanas palabras.

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  2. Si me he dirigido a vd es para comentarle sobre las podas salvajes de árboles urbanos (actualmente en el parque de Béjar) y del monte Los Pinos en Béjar (Salamanca). Quiero lanzar una petición en change.org y me gustaría saber a quien debo pedir que no poden salvajemente el arbolado.

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