Le ha pasado a todo el mundo. Una lavadora que se rompe en un par de años, una impresora que de pronto deja de funcionar o un reproductor de música que se estropea a los pocos meses de empezar a usarlo. Lo que pocos sabemos es que esos fallos están pensados a la hora de diseñar y fabricar los productos, y que ese mecanismo se llama obsolescencia programada. El documental
“Comprar, tirar, comprar” que emitió anoche La2 de TVE nos abrió los ojos ante esta desconocida práctica digna de los sueños de cualquier conspiracionista. Una práctica que es el motor de nuestro actual sistema económico, basado en un consumismo desenfrenado que está esquilmando los valiosos recursos de nuestro planeta.
El documental, dirigido por la alemana Cosima Dannoritzer, ha tenido un éxito tremendo, al menos en twitter, donde fue
trending topic (el tema más comentado del momento) ayer por la noche y durante toda esta mañana. Habrá que ver los niveles de audiencia, pero de momento TVE puede estar satisfecha por el gran impacto que ha generado en la red. (
edito: los niveles de audiencia
ya están disponibles y confirman el éxito de la emisión, es el documental más visto del curso en La2)
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Anoche twitter demostró que los documentales de La 2 interesan en España. |
“Comprar, tirar, comprar” denuncia la obsolescencia programada a través de varios ejemplos que permiten comprender cómo los fabricantes llevan desde los años 20 acortando la vida de los productos para incrementar su consumo. El primero de estos ejemplos nos lleva a Barcelona, y consiste en un problema “tecnológico” bastante típico. Una pieza de la impresora ha fallado, y nos recomiendan llevarla al servicio técnico. “Será difícil encontrar las piezas para repararla”. “Repararla no le sale muy a cuenta”. “Yo te aconsejaría mirar impresoras nuevas”. Los tres servicios técnicos nos dan, finalmente, la misma recomendación: cómprate una impresora nueva. “Si acepta, Marcos (el usuario) será una víctima más de la obsolescencia programada”, explica el documental. En la última escena, Marcos resolverá su problema con la ayuda de
un informático ruso, dejando al espectador con cara de idiota y la sensación de haber sido estafado por HP (por poner un ejemplo) en algún momento de su vida. Genial este último momento del documental.
Uno de los aspectos más destacados de “Comprar, tirar, comprar” es que aporta pruebas documentales novedosas. Por ejemplo, los papeles de un grupo secreto fundado en 1.924 que reunía a las principales empresas productoras de bombillas, el cártel Phoebus. Este grupo consiguió establecer un límite de 1.000 horas en la vida útil de las bombillas, a pesar de que cuando se fundó el cártel Phoebus las bombillas duraban 2.500 horas. Podríamos tener bombillas que durasen 1000 años, o medias de naylon irrompibles. El problema es que, como advertía una prestigiosa revista en 1928, “un artículo que no se estropea es una tragedia para los negocios”. ¿Para qué vender algo que dura mucho? ¿Para no poder vender nada nunca más?