La COP10, la 10ª Conferencia de las Partes del CBD (Convenio sobre la Diversidad Biológica), se celebra en Nagoya, Japón, desde el día 18 de Octubre hasta este viernes 29. De momento, todo indica que los delegados de los 193 países participantes en la reunión no van a conseguir un acuerdo ambicioso para detener la pérdida de biodiversidad en 2020, algo vital según gran parte de los científicos y organismos ecologistas. Los responsables del CBD dejaron claro al comienzo de la cumbre que la situación era crítica. "Si permitimos la actual tendencia pronto alcanzaremos un punto de inflexión con daños irreversibles e irreparables en la capacidad del planeta para seguir sosteniendo la vida en la Tierra",
alertó Ahmed Djoghlaf, el secretario ejecutivo del CBD.
Y es que los datos son desoladores. A pesar de que la comunidad internacional se comprometió a reducir la pérdida para 2010, lo cierto es que no sólo no se ha frenado, sino que se ha acelerado. El ritmo de extinción de especies es en la actualidad 1000 veces superior a los ritmos históricos registrados. El 22% de la flora del planeta está en peligro de extinción, incluido el 27% de los corales. Un informe de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el organismo que publica la lista roja de especies amenazadas, ha alertado de que
un quinto de todos los animales vertebrados está en peligro de extinción. Las poblaciones de mamíferos, peces, anfibios, reptiles y aves han descendido un 30% en los últimos 40 años.
Aún así, los autores del informe destacan que los esfuerzos de conservación han tenido un impacto muy positivo: la pérdida de biodiversidad sería un 20% mayor si no se hubiesen tomado medidas de conservación. Por tanto, si de Nagoya sale un compromiso real para detener la pérdida de biodiversidad, hay muchas esperanzas. Según
Julia Marton Lefèvre, Directora General del UICN:
“Esta es una prueba evidente de por qué debemos salir de Nagoya con un plan estratégico de acción para dirigir nuestro esfuerzos para la biodiversidad en la próxima década. Es una fuerte llamada de advertencia para todos nosotros – gobiernos, empresas, ciudadanos – para movilizar recursos y actuar como se requiere. La conservación funciona pero necesita nuestro apoyo, y lo necesita ahora.”
El Plan Estratégico 2011-2020 del que habla debe aprobarse en Nagoya y será la “hoja de ruta” que dirigirá los esfuerzos para evitar la pérdida de biodiversidad. Jaume Grau, el enviado de Ecologistas en acción a la cumbre, denuncia la falta de ambición del Plan: “Se habla de “reducir el ritmo de pérdida de biodiversidad en 2020”, pero no de detener la pérdida de biodiversidad.” Para Ecologistas en Acción “el objetivo de reducir el ritmo de pérdida de biodiversidad, aceptando implícitamente que la degradación continuará, es inaceptable”.
Uno de los puntos que más desacuerdo está generando es el Protocolo de Acceso y Participación en los Beneficios (ABS), que regulará los derechos de propiedad de los recursos naturales. Los países en desarrollo esperan compensaciones por el uso de sus recursos genéticos en la industria bioquímica o farmacéutica, pero Occidente, con la UE y Canadá a la cabeza, no parecen dispuestos a ceder con el tema de la propiedad intelectual. También se ha discutido sobre el porcentaje de áreas protegidas que debe haber en 2020. Las metas propuestas, 20% de la tierra y 15% del mar, no parece suficiente para detener la pérdida de biodiversidad.
Hoy han comenzado las conversaciones de alto nivel, con la llegada de muchos ministros a Japón para liderar sus respectivas delegaciones. Faltará nuestra nueva ministra de Medio Ambiente, Rosa Aguilar (la misma que iba a "pintar de verde el ministerio"), que está en Luxemburgo
defendiendo los intereses de la industria pesquera del atún rojo. Ojalá esta vez no vuelvan con las manos vacías, como de costumbre, porque lo que nos jugamos en Nagoya es mucho. No podemos permitirnos otro Copenhague: otra cumbre cerrada con buenas intenciones, pero sin planes concretos y ambiciosos. Que nuestra especie depende del resto del ecosistema para sobrevivir es algo indiscutible, pues nos proporciona servicios esenciales, como agua o aire limpios. Como ha escrito Jaume Grau en “
Camino a Nagoya”:
“Lo que está en juego no es un acuerdo más, sino la que podría ser una de las últimas grandes oportunidades para empezar a reconducir una crisis ambiental que amenaza con acabar con las condiciones de habitabilidad de la Tierra para nuestra especie. La ciencia avisa que podríamos estar cerca de superar ciertos puntos de no-retorno a partir de los cuales sería imposible lograr un adecuado estado de conservación de la biodiversidad, lo que conllevaría graves riesgos para todos los organismos vivos, incluidos los humanos.”